viernes, 17 de septiembre de 2010

Día 6. La coordinadora.

Jueves, por fin me recibe mi coordinadora. Llego de las primeras (ya había una chica de Granada esperando antes que yo), y después de tirarse media hora hablando con un chico, decide salir, para decirnos que ella no se encargaba de nosotros, que eso era otro chico. Nos lleva con ese chico (nosotras flipando, porque teníamos papeles firmados por ella) y al ver que no se encontraba en su despacho, nos dice "bueno, puedo contestaros algunas preguntas, pero no soy yo quien se debe ocupar de ello". Entramos todos a su despacho y entonces encuentra un papel con nuestros nombres, donde descubre que SÍ estamos en su lista, y que SÍ somos su responsabilidad. Entonces lo único que se le ocurre decir es "vaya, me los mandan todos a mí!". Después de todo el jaleo, no me resuelve nada, sólo que tengo que coger más asignaturas, y me manda a otro edificio a buscarlas. Además mi coordinador en España, Sauron, no me contesta los mails. Pero no saben con quién están jugando, cuando domine el mundo ellos serán los primeros en morir.
Por la tarde, a arreglar asignaturas, y a salir un rato con las almerienses por la Comédie. Alex vino un rato pero solo estuvimos una hora con él. A las 22:30 llegué a casa, noche de relax.

Día 5. Conociendo gente.

Miércoles por la tarde, quedamos para cenar a las siete. En la cocina conocí a mi vecino mientras Weiting se preparaba su gran cena. Weiting es una taiwanesa que según Jota "dan ganas de llevársela a casa y peinarla". Mi vecino se llama Julien y es pelirrojo. Los pelirrojos me dan mal rollo, pero bueno, este es simpático (aunque seguro que oculta algo). Fuimos todos juntos al Point Zéro, y allí conocimos a más españoles, entre ellos tres chicas almerienses Maria, Marina y Elia, con las que nos fuimos después. Esto está petado de españoles, y da miedo. Ah, también vino François Xavier, otro francés, pero este habla español y tiene acentazo catalán jajaja super simpático también, así da gusto. A las doce la gente dijo de retirarse, pero nosotros, con más ganas de fiesta encima, decidimos buscar otro bar, el Cargo, donde había una fiesta Mexicana. De camino nos perdimos un poco, pero al final seguimos a unos ingleses y llegamos. No pudimos entrar porque había demasiada gente, y en la puerta había un chico en el suelo, vomitando y a punto de morir. Daba entre pena, asco y miedo. Entonces fuimos a otro sitio pero no Jota no podía entrar con bermudas, y al final nos decidimos por un local donde ponían Rock y música de los 80. De camino a ese bar, por cierto, unas chicas nos cruzaron y notaron que Fran hablaba español, entonces le preguntaron emocionadas "hablas español??!", y se pusieron a agitar una verja de una tienda, por lo que acabó sonando la alarma, y salieron huyendo despavoridas, mientras nosotros nos partíamos la caja.
A eso de las dos y media volvimos a casa, a pie, porque a partir de la 1 ya no hay tram, y yo llegué a casa a las 3, con un dolor de pies considerable.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Día 4. El desencanto de la universidad.

Martes, día en el que debería haber visto a mi coordinadora. Quedo con Elena para ir juntas, y al llegar a la universidad y a su despacho, nos larga diciéndonos que no tiene tiempo, que nos veíamos el jueves, y que está todo en internet. En internet no hay casi nada, y las clases han empezado. A este ritmo empiezo las clases en octubre.
Por la tarde quedada con Gaëna y sus amigos Jeremy y Clément, super simpáticos los tres. Dimos una vuelta, fuimos a correos y a comprarme el móvil y el bono para el tren, y compramos un granizado que no estaba muy especial pero se podía beber. Por la noche matada a ver asignaturas y a intentar cuadrarlas, sin éxito. A las dos me acosté con ganas de incendiar la universidad.

Día 3. Nos ponemos al día.

El lunes fue un día completo. A primera hora Inscripción administrativa en las dos universidades, pago de la residencia y entrega de la tarjeta de residente, dos horas de espera de pie para hacer el bono del tram, compra en Leader Price, cena en McDonalds y fiesta Erasmus en el Australian. Conocímos a otros Erasmus, bailamos y lo pasamos bien, pero acabé con mis pies pidiendo clemencia.

Día 2. El anciano del Tram.

A veces la vida te sorprende con un poco de humanidad y gentileza gratuita cuando menos te lo esperas.
Domingo nos levantamos tarde, a eso de las 12, y decidimos ir a dar una vuelta para ver un poco las universidades y la ciudad. La Universidad Montpellier II la encontramos relativamente pronto, siguiendo las indicaciones viales; pero la Paul Valéry, fue algo diferente. Después de dar mil rodeos, y de andar casi una hora, la encontramos preguntando a los viandantes, pero no pudimos entrar porque estaba cerrada.Tras esto fuimos en tram à la Gare Saint Roch, y entramos a un pequeño parque que había al lado, continuamos andando y llegamos a la Place de la Comédie, para descubrir las Galeries Lafayette. Las atravesamos, y a la salida encontramos un coro cantando. No sabíamos muy bien de qué iba todo eso, pero seguimos andando y fuera había muchos puestos, era una feria de asociaciones, y encontramos mucha información sobre Montpellier en un puesto de la oficina de turismo. Seguimos andando, y aquello nunca terminaba. Al final decidimos irnos, pero no teníamos monedas para el tram, y la máquina no acepta billetes. Entonces me pongo a preguntar a todo el que pasaba:
"Excusez-moi, monsieur, vous avez de la monnaie?
-Non, désolé.
- Merci"
"Pardon, madamme, vous avez de la monnaie?
-Euh...non
- Merci"
"Pardon, vous avez de la monnaie?
-Non, je le regrette.
-Merci"
"Euh...pardon, monsieur, vous avez d'la monnaie?
-J'y pense pas....non, non, désolée
-Merci...
"Pardon, p-pardon monsieur....monsieur!!"
Es que nadie tiene cambio en este país?? Cuando volvía a la parada a encontrar a Jota, después de preguntar al menos a veinte personas sin éxito, me dice que un señor (el primero a quien pregunté), le dijo que viendo que nadie me daba cambio, le había ofrecido un tiket que servía para los dos. El anciano nos miraba desde lejos y sonreía. Entonces el tram llegó y una marea de gente no me permitió acercarme a darle las gracias, sólo pude enviarle una sonrisa y un gesto con la cabeza. Lo que el anciano no sabía es que el tiket sólo valía para una persona, pero nadie se dio cuenta de ello. Después llegamos a casa y comimos a las seis de la tarde, acordándonos del anciano, y de su tiket.

Día 1. Allí donde voy.

Empieza un sábado 11 de Septiembre. A parte de lo usual, traje conmigo un poco de tierra, un sol por si tenía frío, también algo con lo que soñar si no me podía dormir, risas, miradas, olvido para lo que duele, y un pequeño cofrecillo lleno de valor para volver a empezar. Con todo eso en la maleta, era normal que me pesara al bajar del tren, normal que se me cayera doscientas veces por el camino de ida a la residencia, y normal que ahora tenga tantas agujetas.
Al bajar del tren, nos esperaba un amigo de Jota, Alex, un chico muy simpático que cargó con parte de nuestro equipaje de camino a la residencia. Nos perdimos por el camino, y eso hizo que llegáramos dos veces más tarde de lo normal, y que el pobre tuviera que cargar el doble de tiempo; pero al final, como recompensa, le dimos botes de leche con canela, un preciado tesoro español que aquí no tienen.
Nos dieron nuestras habitaciones, y después de media hora de reloj para encontrarlas, y de subir y bajar escaleras cargados con nuestro equipaje (porque no hay ascensor) pudimos descansar cada uno en nuestra habitación. Tres de la madrugada, hora de dormir.