miércoles, 15 de septiembre de 2010

Día 1. Allí donde voy.

Empieza un sábado 11 de Septiembre. A parte de lo usual, traje conmigo un poco de tierra, un sol por si tenía frío, también algo con lo que soñar si no me podía dormir, risas, miradas, olvido para lo que duele, y un pequeño cofrecillo lleno de valor para volver a empezar. Con todo eso en la maleta, era normal que me pesara al bajar del tren, normal que se me cayera doscientas veces por el camino de ida a la residencia, y normal que ahora tenga tantas agujetas.
Al bajar del tren, nos esperaba un amigo de Jota, Alex, un chico muy simpático que cargó con parte de nuestro equipaje de camino a la residencia. Nos perdimos por el camino, y eso hizo que llegáramos dos veces más tarde de lo normal, y que el pobre tuviera que cargar el doble de tiempo; pero al final, como recompensa, le dimos botes de leche con canela, un preciado tesoro español que aquí no tienen.
Nos dieron nuestras habitaciones, y después de media hora de reloj para encontrarlas, y de subir y bajar escaleras cargados con nuestro equipaje (porque no hay ascensor) pudimos descansar cada uno en nuestra habitación. Tres de la madrugada, hora de dormir.

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